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El golpe de Estado en Chile: Una herida que sigue dejando huella medio siglo después

El golpe de estado de Chile marcó un antes y un después en un pueblo que vive hasta el día de hoy añorando una democracia sin manchas. Foto Shutterstock

Antonio Arroyo Álvarez / UNA COMUNICA

“Parece increíble para aquellos que lo hemos vivido personalmente de alguna forma u otra, pero ha pasado medio siglo desde aquel día aciago, gris y frío, en que Chile se despertó para vivir las horas más dramáticas de toda su historia republicana. Para muchos, sigue siendo ayer, ese desgarrador parteaguas histórico en que nuestro país murió, para dar paso a otro completamente ajeno, irreconocible y doloroso”.

Con profundo pesar, así describe Miguel Baraona, académico del Centro de Estudios Generales (CEG-UNA), el golpe de estado que derrocó al gobierno democráticamente electo de Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973. Este evento marcó el inicio de una dictadura encabezada por el general Augusto Pinochet y tuvo profundos impactos en la sociedad chilena, que aún resuenan en la actualidad.

 Hace 50 años

Chile experimentaba una creciente polarización política y económica. En la década de 1970 el gobierno buscaba implementar reformas sociales y económicas de corte socialista, lo que generó tensiones con sectores conservadores, la élite empresarial y Estados Unidos.

Factores como la inflación, la escasez de productos básicos y la polarización política crearon un clima de agitación social, lo cual provocaría el fatídico golpe de Estado, liderado por las fuerzas armadas, con el respaldo de sectores civiles y el apoyo tácito de Estados Unidos.

El 11 de setiembre de 1973, el Palacio de La Moneda, sede presidencial, fue bombardeado y Allende murió en circunstancias aún debatidas. El país fue testigo de un violento golpe de estado donde Pinochet asumió el poder, instaurando una dictadura militar que duraría 17 años.

Para la académica investigadora del Instituto de Estudios Latinoamericanos (Idela-UNA), Marcela Ramírez, con el golpe de Estado no solo sacaron a un partido del poder, sino que se legitimó la violencia como mecanismo de gobierno y se trajo abajo un proyecto político sin parangón en la historia mundial, que, de una forma u otra, buscaba el cambio en un Chile profundamente afectado por la desigualdad y la pobreza.

 

La dictadura

La represión, las violaciones a los derechos humanos y el cierre de espacios democráticos, son algunos de los hechos que marcaron los años de la dictadura. También, miles de personas fueron detenidas, torturadas o desaparecieron. Por otra parte, la economía experimentó una transformación radical hacia el neoliberalismo, que generó crecimiento económico pero también profundizó la desigualdad.

“Miles de chilenos y chilenas murieron bajo tortura o ejecutados, decenas de miles serían torturados, otros tantos irían incluso por mucho tiempo a campos de concentración, centenares de miles marcharía al exilio para poder vivir y luchar otro día, y durante los 17 años siguientes al golpe de Estado, Chile languidecería bajo la brutalidad de la bota militar”, así recuerda Baraona lo acontecido.

A pesar de la represión, el pueblo chileno resistió; en 1988 mediante un plebiscito y con un resonante NO, se rechazó la continuidad de Pinochet en el poder. Las organizaciones de derechos humanos, artistas, intelectuales y sectores sociales, fueron claves en la denuncia de violaciones a los derechos humanos y en la demanda por justicia.

Después de la caída

“En el caso chileno, uno de los ámbitos en el que el golpe y la dictadura dejaron una marca profunda ha sido en las relaciones sociales y en el plano ideológico”, comenta Ramírez. Asimismo, indica que Chile, al igual que los demás países de la región que experimentaron el terrorismo de Estado durante la segunda mitad del siglo XX, es un pueblo dividido.

En su proceso de transición a la democracia, Chile sigue lidiando con las consecuencias de aquel golpe; por ejemplo, para la investigadora del Idela-UNA, hay quienes aún hoy justifican la persecución y desaparición forzada de personas por su filiación política y admiran a Pinochet instituyéndolo en un símbolo patriótico del conservadurismo.

También señala a quienes poco les importa ese pasado de violencias y sus consecuencias; sectores que luchan permanentemente por el reconocimiento, la verdad y la justicia ante los embates de la tortura, la persecución, el exilio y la desaparición de sus familiares, parejas o amigos y nuevas generaciones que, recuperando el pasado, lo usan como base para explicar los problemas del presente y organizarse a favor de los derechos humanos.

Según Ramírez, los efectos de la división social y de las medidas económicas de la Junta Militar se trasladaron hacia escenarios como las protestas de 2019 y los resultados del plebiscito constitucional de 2022, hechos que hicieron evidente la continuidad de fisuras sociales y de mixturas políticas necesitadas de diálogo.

“Estamos refiriéndonos a hechos recientes, tales como las manifestaciones masivas que atravesaron Chile, que expusieron cómo la privatización del Estado ha afectado la calidad de vida y cómo perviven técnicas de desmovilización y violencia física propias de la dictadura; pero también, nos demostraron la presencia a flor de piel de una memoria colectiva capaz de convocar y movilizar a diferentes generaciones a favor del bienestar común”, reseña

Cinco décadas después

Si bien es cierto la democracia fue restablecida y se han logrado avances significativos en derechos humanos y desarrollo económico, la desigualdad persiste y muchos aún buscan respuestas sobre los desaparecidos y las violaciones a los derechos humanos. No se debe olvidar que el país también ha enfrentado demandas por justicia social, educación y reformas estructurales.

Este aniversario marca una oportunidad para reflexionar sobre la historia, honrar la memoria de las víctimas y fortalecer el compromiso con la justicia, la verdad y la equidad. La lucha por un Chile más inclusivo y justo sigue siendo relevante, recordando siempre los horrores del pasado para no repetirlos en el futuro, coinciden los especialistas.

“El pueblo chileno sigue buscando ese momento definitivo en que el país vuelva a una genuina democracia, que no esté ya más regida por la camisa de fuerza de la Constitución de 1980 impuesta por la dictadura. Ya es hora de que por fin el hombre libre camine otra vez por las grandes alamedas de Chile, como profetizara con voz serena, el propio Salvador Allende en su última alocución radial al país, momentos antes de su muerte”, concluye y añora Baraona sobre su natal Chile.

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