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Estudian adaptación de los bosques a aumento de temperatura y estrés por sequía

Aumento de temperaturas y deshidratación, podrían ser factores claves en la disminución de la productividad potencial de los bosques.

 Costa Rica posee una gran diversidad de especies forestales, que podrían estar amenazadas por las inconsistencias de las variaciones microclimáticas, como el aumento de las temperaturas y las oleadas de calor. Paulin Murillo Jones realiza su trabajo final de graduación en el bosque nuboso Monteverde, específicamente en la parte norte del Corredor Biológico Pájaro Campana. Con ella estuvieron las estudiantes asistentes Paula Vargas Jiménez y Rachel Cruz Solórzano, de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional (ECB-UNA). Ellas buscan determinar los efectos del incremento de temperatura sobre los árboles de este bosque, y su tolerancia a la deshidratación.

Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el cambio en la temperatura media para América Central es muy homogéneo, aumentaría en el mejor de los casos entre +0.4C y +1.0C, o en el peor de los casos entre +1.7C y +6.6C. La termotolerancia se define, de acuerdo con Cruz Solórzano, como la capacidad que tienen las plantas de enfrentar un estrés por variaciones en la temperatura o la humedad, que podrían influir de manera significativa en su crecimiento y desarrollo.

“Seleccionamos 12 especies forestales a las cuales se les muestrean discos foliares que son  sometidos a diez niveles de temperatura mediante calentamiento a baño María (desde 24 hasta 60 °C, cada 4° C). Luego se midió la fluorescencia de la clorofila, un fenómeno fotofísico de las moléculas de la clorofila usado como indicador del estado de salud del aparato fotosintético”, dijo Vargas Jiménez.

En este estudio han determinado  que el 33% de las especies analizadas tuvieron alta termotolerancia y las menos tolerantes están en valores que aún no son detectados en condiciones naturales. “Nuestro resultado abre la discusión de la dinámica y vulnerabilidad de la comunidad forestal a largo plazo, debido a la reducción potencial de la productividad del bosque como resultado del descenso de la ganancia de carbono causada por el calentamiento global”, detalló la investigadora.

Además, las conclusiones preliminares mostraron que a mayor masa foliar (entre más gruesa sea la hoja) la termotolerancia es menor. “Nuestra hipótesis es que podría deberse a que aquellas hojas que son más delgadas, la conductancia es más rápida, es decir, el calor puede atravesar con mayor facilidad y salir más rápido al ambiente”, puntualizó Vargas Jiménez.

 

Falta de agua

El Corredor Corredor Biológico Pájaro Campana, presenta mayor intensidad de lluvias de mayo a octubre, sin embargo, se ha presentado una reducción de los patrones de nubosidad y precipitación, lo que cambia los niveles de humedad.

Cruz Solórzano, investigó la respuesta a la deshidratación foliar en 12 especies de árboles, con el fin de inferir el grado de vulnerabilidad a estos cambios en el patrón de lluvias.

“Se toman las hojas de las especies seleccionadas y se someten a  deshidratación natural sobre una mesa en condiciones de laboratorio (23.1°C ± 0.65 temperatura y 73.5% ± 2.8 humedad relativa). Esta respuesta se  registra como la caída del contenido relativo de agua a lo largo del tiempo, mientras se medía la caída de la fluorescencia de la clorofila (PLCF)””.

A nivel general, las especies estudiadas no presentan vulnerabilidad a la deshidratación, sin embargo, según la investigadora, “producto del cambio climático en Monteverde, la  alta variabilidad climática actual  provoca que las estaciones secas sean muy secas y las lluviosas aún más húmedas, lo que  podría disminuir la productividad potencial de los bosques, hacerlos más vulnerables y afectar también la función de fotosíntesis de las plantas, por lo que debemos ampliar el panorama de las consecuencias de éstos cambios a nivel ecosistémico”.

En estas investigaciones, también participaron los académicos e investigadores Roberto Cordero Solórzano y Junior Pastor Pérez Molina, del Laboratorio de Ecología Funcional y Ecosistemas Tropicales de la ECB-UNA, Albert Morera Beita del Programa de Dinámica y Restauración de Ecosistemas, Meyer Guevara del Laboratorio de Entomología de la ECB-UNA  y Luis Diego Alfaro del Instituto Internacional de Conservación y Manejo de Vida Silvestre (Icomvis-UNA). También se trabaja en colaboración con Martielly Santana dos Santos y Marcelo Schramm Mielke, del Laboratorio de Ecología Aplicada y Conservación, de la Universidad Estatal de Santa Cruz, Brasil.