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¿Cómo generar ingresos extra en el contexto económico actual?

*M. Sc. Carlos Ldo. Arguedas Campos

El título de esta publicación corresponde a una charla impartida hace unos días en un colegio profesional, en donde se expuso la preocupación que viven tanto las familias como las unidades productoras por la situación económica y el contexto -externo e interno- hipercambiante e impredecible que estamos viviendo.

La situación es todavía más compleja, pues aún no superamos los traumas económicos de la pandemia del SARS COV 2 (covid 19), cuando los ingresos de familias y empresas se esfumaron, se convirtieron en cero ingresos debido al cierre imprevisto de miles de actividades laborales y productivas.

Tras esta vivencia humanitaria, se produjo una nueva normalidad: se consolidó la tan especulada Revolución Industrial 5.0, cuyo ADN se constituye de la digitalización y virtualización; se permearon todos los procesos eco-empresariales y sociales existentes, y se afectó directamente la empleabilidad, no solo porque este umbral tecnológico que emergió demanda nuevas habilidades y competencias, sino porque, como toda revolución productiva, en el corto plazo, destruye y/o modifica los empleos.

Por lo anterior, es importante tener presentes los fundamentos básicos de la educación financiera: un nuevo paradigma más profundo y extenso, basados en la educación económica, que la idea y conceptos básicos de la educación económica:

  1. La educación financiera comienza con la elaboración de un presupuesto, para balancear los ingresos y los gastos. La educación económica utiliza este instrumento hasta el final del proceso, una vez realizada la recalibración de las necesidades prioritarias de los recursos existentes, ya sean financieros y no financieros. Es decir, a partir de la redefinición de las necesidades prioritarias, se realiza el análisis respectivo para cambiar la estructura de gastos, mediante técnicas de ahorros (por ejemplo, compra a granel de bienes), técnicas de sustitución (cambio de marcas más caras por otras más baratas y similares) y por eliminación de ciertos gastos (el denominado gasto hormiga, que parece insignificante no está programado en el día a día, o el “todo a mil”).
  2. En la educación financiera, desde su concepción, parece que “no es posible ahorrar”, dado que los gastos (necesidades) siempre son mayores que los ingresos (recursos); sin embargo, para la educación económica, “sí es posible ahorrar” dado que este acto se considera una decisión de gasto de consumo (futuro). Por ejemplo, se decide ahorrar mil unidades monetarias (eliminando el gasto hormiga, por ejemplo) a interés compuesto (paga sobre el monto que se va generando) y no a interés simple (pago el mismo interés sobre el monto inicial), y en el transcurso de un año tendré un monto significativo de ahorro monetario.
  3. La educación financiera no considera la generación de ingresos por activos, y menos para el caso de los intangibles. Por su parte, la educación económica tiene como objetivo generar ingresos por activos tangibles e intangibles. Por ejemplo, en una casa de habitación con parqueo para dos carros, pero donde solo utilizo uno, es posible alquilar el otro espacio (activo intangible).
  4. La educación financiera está centrada en la situación actual (el ahora), es unitemporal, mientras que la educación económica es intertemporal. Contempla en su análisis la situación actual y la futura, por ello, se centra en la elaboración de una técnica denominada presupuesto prospectivo familiar, donde se consideran las mejoras en el flujo de efectivo, al diluir gastos, por ejemplo, pagar a 12 meses el marchamo en vez de pagarlo de una sola vez al final de año.

La educación financiera tiene por objetivo ajustar el gasto a los ingresos para lograr el balance financiero (a esto le denominamos “prisionero del cumplimiento del presupuesto”), a diferencia la educación económica, que se centra en el uso eficiente de los recursos (ingresos contables y económicos). Además, la educación financiera redefine la estructura de gastos (esto implica toma de decisiones económicas) para satisfacer las necesidades prioritarias.

Por último, la educación económica nos enseña, no solo a partir de la toma de decisiones económicas (el elemento central es el auto control, “contrólese a sí mismo, no al dinero”), sino también mediante un proceso disciplinado, ordenado y constante de “emprendizaje” (combinación entre emprendimiento y aprendizaje) que sí es posible lograr en el corto y mediano plazo la tranquilidad financiera; y a largo plazo, la libertad económica. A fin de cuentas, el dinero es un medio y no un fin, y en usted está la decisión de su relación con éste.

* El autor es economista de la Escuela de Economía de la Universidad Nacional.

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