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Tres perspectivas ganadoras

Tres artistas y un sello en común: una académica, un egresado y un estudiante de la Escuela de Arte y Comunicación Visual de la UNA, fueron premiados por sus obras en el Salón Nacional de Artes Visuales 2025.

Tres artistas con sello Universidad Nacional (UNA) fueron galardonados en el Salón Nacional de Artes Visuales 2025, una de las vitrinas más relevantes del arte contemporáneo en Costa Rica. La académica Priscilla Romero Cubero, de la Escuela de Arte y Comunicación Visual (EACV-UNA), obtuvo el primer lugar en la categoría Otros medios; Juan Carlos Zúñiga Villalobos, egresado, y Néstor Fajardo López, estudiante del énfasis de pintura, también fueron distinguidos por sus obras. 

 “Esta exposición es una plataforma de encuentro que celebra la diversidad del arte costarricense y reconoce las transformaciones en los lenguajes contemporáneos”, explicó María José Chavarría, curadora del Museo de Arte Costarricense (MAC). La muestra reúne 50 obras seleccionadas entre 260 postulaciones recibidas en convocatoria abierta, con participación de 45 artistas distribuidos en las categorías bidimensional, tridimensional y otros medios. El jurado estuvo conformado por Esteban Calvo, director del MAC; Sofía Villena, curadora del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo, y Luis Fernando Quirós, investigador independiente. 

 

La piel como territorio colectivo

Priscilla Romero, fue ganadora con la obra Cartografía de una diáspora. Esta pieza forma parte de un extenso proceso de investigación desarrollado durante más de 15 años, y se basa en una técnica de su autoría: la latexgrafía. “La inventé durante mis estudios de máster y la perfeccioné en el doctorado, ambos realizados con el respaldo de la UNA”, explicó. 

La latexgrafía, en palabras de Romero, permite replicar huellas de piel humana utilizando látex natural, que luego se entinta e imprime sobre papel Gampi japonés. “Trabajo con fragmentos donados voluntariamente por personas de diversas edades, géneros y culturas. Son piezas únicas que forman parte de un archivo de memoria corporal”, comentó. La obra ganadora compone un mapa en movimiento, construido a partir de impresiones fragmentadas de piel humana que simbolizan un tejido comunitario. “La piel es un diario gráfico de nuestra existencia; contiene nuestra historia, nuestras experiencias y nuestra identidad”, afirmó.

Más allá de la técnica, lo que define su trabajo es la coherencia entre concepto, proceso y forma. Priscilla integra talleres comunitarios, procesos educativos y reflexión poética sobre la corporalidad. “No se trata solo de mostrar una obra terminada, sino de involucrar a las personas como parte de la creación. Es una utopía visual en la que las diferencias no nos separan, sino que nos permiten complementarnos”.

 

Cartografía de una diáspora, obra de Priscilla Romero Cubero

Un Guanacaste universal 

Juan Carlos Zúñiga, presentó Epílogo, una obra en técnica mixta con acrílico y fue el ganador en la categoría  bidimensional. “Mi trabajo es una revisión del paisaje guanacasteco, pero también del peso histórico que nos construye. Epílogo representa un cierre simbólico de la época colonial, pero al mismo tiempo es el inicio de nuestra historia”, explicó el artista.

Zúñiga busca que su pintura evoque cerámica y, al mismo tiempo, que la cerámica parezca pictórica, jugando con los límites de los lenguajes visuales. “Hay una mezcla de técnicas y texturas que intenta dialogar con las raíces culturales de Nicoya, de donde soy originario”, detalló. Su obra no solo mira hacia el pasado, sino que interpela desde una contemporaneidad arraigada en el territorio. “Quiero que mi arte sea universal, pero sin perder de vista que nace desde Guanacaste”, comentó.

 

Epílogo, de Juan Carlos Zúñiga.

Desde Islita

A sus 20 años, Néstor Fajardo es una de las voces más jóvenes en el Salón Nacional. Estudiante de tercer año en la Escuela de Arte  y Comunicación Visual, presentó la obra Un minucioso inventario sobre mí mismo y la inocencia, construida a partir de una experiencia íntima y personal, la cual se llevó a casa una mención honorífica. “Parte de un álbum de fotos de mi infancia y un viejo ejemplar del programa de los 12 pasos de Alcohólicos Anónimos. Fue mi forma de reconciliarme con mi papá y conmigo mismo”, relató.

Fajardo creció en Islita, Guanacaste, dentro de una adolescencia que resiente el confinamiento por la pandemia. De ese espacio doméstico y emocional nace su arte. Usa lápiz de color, pastel al óleo y acrílico sobre papel, materiales que remiten a su infancia. “Es un homenaje a lo que fui, a lo que soy, a mi casa. Borro miradas, altero escenas, construyo nuevas versiones desde el afecto y la memoria”, explicó.

Para Néstor, estar en el Salón es más que un logro artístico: “Es un acto de validación desde la periferia, desde la disidencia, desde mi historia familiar. Que se valore el arte como forma de autobiografía es muy importante para que también otras voces encuentren lugar. Yo vengo de una familia humilde y ahora estoy aquí, exponiendo junto a grandes nombres. Eso me conmueve profundamente”.

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