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200 años del fin de la esclavitud: entre el olvido y la reivindicación

La historia está hecha para analizarla, para estudiarla, no para olvidarla, aun con sus momentos buenos y malos. La esclavitud es una mancha inhumana que se espació alrededor del mundo hasta el siglo XIX y Costa Rica, no fue la excepción.

Doscientos años han pasado desde que se abolió la práctica en la que un ser humano podía disponer de otro. Sin embargo, tal acontecimiento debe enfrentar, aún al día de hoy, una serie de mitos, prejuicios, olvidos, imprecisiones y una necesidad latente de reivindicación.

Ese fue el objetivo del simposio 200 años de la abolición de la esclavitud: justicia racial y las reparaciones, que se realizó en el auditorio Clodomiro Picado, de la Universidad Nacional (UNA).

La esclavitud fue una práctica colonialista que afectó la vida de 15 millones de personas durante más de 400 años, principalmente afrodescendientes, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

“No podemos permitir a nuestra élite intelectual y política salirse con la excusa de que todo esto es ‘herencia colonial’. Han pasado 200 años de gobiernos y ¿qué han hecho? Es muy fácil seguir diciendo que fue de la época colonial. No señor, los Estados han tenido más de 200 años para corregir y sin embargo, continúan con la tónica del racismo”, manifestó el escritor Quince Duncan, uno de los expositores de la actividad.

“Aquí tuvimos un proceso de esclavitud cruel, antihumano, injusto; imperó y dominó nuestra realidad colonial desde cuando esto que hoy llamamos país, era una provincia olvidada y lejana de la Capitanía de Guatemala. No obstante, y a pesar de su importancia, sigue siendo un tema invisibilizado”, acotó Marianella Rojas, rectora adjunta de la UNA.

Precisiones históricas

La actividad contó con las presentaciones de fondo de expertos en el tema, como fue el caso de Manuel Benavides, y Harold Robinson.

En su intervención, Benavides hizo una importante aclaración sobre los debates que se venían realizando en las Cortes de Cádiz, en España, respecto a la esclavitud. En un inicio, la intención no fue erradicarla, sino solamente abolir el comercio de personas esclavas.

Y mientras aquello ocurría, en el antiguo reino de Guatemala, en la época colonial, comenzaban a manifestarse voces en favor de dar un paso al frente de cara a la abolición de la esclavitud. Revueltas en San Salvador y Nicaragua entre 1811 y 1814 daban cuenta de ello.

Incluso, esclavos afrodescendientes del ingenio de San Jerónimo de Guatemala, en diciembre de 1821 (mientras las provincias centroamericanas acordaban su independencia de la corona española) proponían sus propios proyectos en pro de su libertad.

La presión en favor del reconocimiento de un derecho humano comenzó a ejercer influencia sobre las élites políticas y económicas de la región, que se sumaba a los intereses electorales de las recién formadas naciones. Había, de acuerdo con el escritor Quince Duncan, miedo entre la población si no se avanzaba en este tema, mientras empezaban a aparecer más y más grupos organizados.

Sin embargo, el decreto que finalmente se aprobó y que puso fin a la esclavitud “no fue un acto humanista”, de acuerdo con Benavides. Según narró, el documento incluyó una cláusula que establecía el pago de una indemnización a los dueños de las personas esclavas. Incluso, aunque la aprobación se dio en 1824 fue hasta 1836 (12 años después) que se concretó el tema del pago.

Duncan manifestó que, durante las décadas siguientes, el reconocimiento de derechos no se solventó únicamente con la erradicación de la esclavitud. Tendencias políticas a favor de un racismo sistémico y doctrinario, promovían normas para limitar la migración china y afro, mientras que más bien se premiaba la europea.

Desafío educativo

La exvicepresidenta de la República, Epsy Campbell, asistió al simposio en representación del Foro Permanente sobre Afrodescendientes y como fundadora de la Coalición Global contra el Racismo Sistémico y por las Reparaciones.  Desde su visión, “existe una estructura colonial perversamente enseñada en el sistema educativo, porque efectivamente coloca a unos como si fueran los que nos trajeron cultura, dejando en una condición deshumanizada a quienes sufrieron la esclavitud”.

En criterio de la rectora adjunta de la UNA, es justamente en las universidades donde “se deben abrir estos espacios para este tipo de discusiones y ese cambio en la conciencia”.

Para Roberto Suárez, secretario ejecutivo de la Coordinación Educativa y Cultural Centroamericana del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), una de las acciones más relevantes que se están implementando, es un proyecto educativo igualitario e inclusivo, que abarque a toda la región.

“Hay que preservar el derecho a la educación de todas las comunidades, no simplemente las urbanas, sino también las rurales, las indígenas y afrodescendientes. El racismo sistémico y la negación de oportunidades son hoy una realidad. Por ello, hemos venido trabajando en un plan legislativo a nivel de todos los países para que se respete ese derecho”, enfatizó Suárez.

La actividad fue organizada por la cátedra Joaquín García Monge del Instituto de Estudios Latinoamericanos (Idela), la Escuela de Ciencias Geográficas y el Centro de Mujeres Afro Costarricenses.

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