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Última década revela estancamiento de la pobreza en el país

  • En el 2020 como efecto de la pandemia se registró un máximo de 19,1%

El proyecto: Trabajo y Crisis: aportes desde una economía política crítica heterodoxa para la vida, coordinado por el académico Jorge Solano Ruiz, en colaboración de los estudiantes Luis Castro Hernández y Mariela Campos Lizano, de la Escuela de Economía de la UNA, destacan que el estancamiento de los índices de la pobreza no extrema y extrema en Costa Rica hace que este sea uno de los países más desiguales del mundo.

Las políticas públicas implementadas para limitar un aspecto socioeconómico que se ha mantenido sostenido desde hace ya varios años han sido ineficientes. La inclusión de ciertos grupos de personas para obtener un empleo digno y estable no ha sido integral, sumado a un mercado laboral que tiene grandes dificultades para absorber la fuerza de trabajo.

Los ODS plantean en su primer objetivo poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo, no obstante, para el período de 2020 y 2021, se observó un aumento en la tendencia que se presentaba debido a la pandemia del COVID-19 y el porcentaje de hogares por la línea de pobreza pasó de 21% en el 2019 a 26,2% en el 2020. Por esta razón resulta importante volver la mira a este tema.

Evolución de la pobreza. En la última década, las estadísticas sobre pobreza demuestran que esta es una condición constante de la población costarricense, es decir, el porcentaje de hogares en condición de pobreza no extrema no ha bajado, se han mantenido en el margen del 14% y 15% últimos años e incluso ha comenzado a aumentar, llegando a un máximo de 19.1% en el 2020 como efecto de la pandemia.

“El mismo escenario, se visualiza para el caso de hogares en extrema pobreza cuya evolución no ofrece una mejor perspectiva a futuro. Considerar esta situación como mejor de la esperada al no haber incrementos drásticos solo, invisibiliza las señales que brindan los datos”, informa el proyecto.

Para el 2021, el 17% de los hogares en el país no poseen las condiciones suficientes para satisfacer sus necesidades básicas y peor aún, un 6.3% de hogares viven en condiciones inhumanas donde el hambre prevalece y las condiciones de vida se traducen a sobrevivencia plena. 

Desigualdad de género. La condición de pobreza también nos muestra que la proporción de hogares con jefatura femenina dentro de pobreza no extrema y pobreza ha venido en aumento constante, esto implica que los hogares donde las mujeres son jefas aumentan su posibilidad de ser pobres y no hay indicios que esta situación se logre revertir al corto plazo. De esta forma, ya dentro de la misma pobreza las mujeres también tienen que luchar contra la desigualdad para tener condiciones de vida dignas para ellas y para las personas a su cargo.

Preocupación en regiones. Los últimos tres años por causa de la pandemia en todas las regiones se experimentó el aumento de los hogares que vivían en pobreza. Los que estaban avanzando positivamente en sus indicadores tuvieron un retroceso y los que ya tenían índices de crecimiento su acentuó aún más.

Por ejemplo, la Región Brunca donde venía disminuyendo la cantidad de hogares en pobreza tuvo un cambio drástico al punto que para el 2021 aún con las medidas de apertura no se logró recuperar y específicamente la Región Pacifico Central ha llegado a valores en los últimos tres años no vistos anteriormente.

Crisis del COVID-19. La pandemia ha profundizado en gran medida las desigualdades socioeconómicas preexistentes. En lo que respecta al mercado de trabajo, conviene referirse específicamente al sector de la población informal, pues si bien este ya es característico de la inseguridad o inestabilidad en los ingresos, con la pandemia y las medidas sanitarias impuestas, muchas de las actividades laborales fueron suspendidas generando una gran pérdida de ingresos. 

Entre el 2019 y 2022, los niveles de informalidad no han presentado variaciones significativas, donde el último dato registrado en la Encuesta Continua de Empleo para el II trimestre 2022 se mantiene en un 44,3%. Para las personas trabajadoras por cuenta propia, la cifra asciende a un 91,9%; lo cual se traduce a un total de 497 mil personas sin acceso a protección social.

Reflexión en perspectiva. El fenómeno de la pobreza nos ayuda a entender en perspectiva y de una forma más crítica que los gobiernos de turno no han logrado formular políticas públicas suficientes y efectivas para atender las poblaciones más desprotegidas del país. Lo que han hecho hasta ahora es solo mantener los indicadores, más no revertirlos, aun cuando se menciona incansablemente que lucharán contra la pobreza. Incluso las señales son preocupantes cuando actualmente se vislumbran recortes en programas que atienden a las personas en condición de pobreza.

La desilusión hacia los partidos políticos que generan desconfianza en sus propuestas hacia la población con líderes políticos tradicionales han permanecido, ocasionando obsolescencia de las gestiones en estos apartados socioeconómicos.

Es claro que aún queda un largo camino por recorrer, las cifras mencionadas evidencian la urgencia en la formulación de políticas diferenciadas e integrales que atiendan las necesidades específicas de dicho grupo y a su vez, promuevan una vida digna para la población costarricense.

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